- Mas sensibilidad para dar gracias por el simple hecho de estar vivo
- Pérdida de interés en querer y desar lo que no tenemos, dándonos cuenta de que a menos que seamos felices con lo que tenemos, tampoco lo seremos con lo que nos falta.
- Más convicción para aprovechar todo lo que nos sucede, valoar todo lo que tenemos y disfrutar de todo lo que hacemos.
- Ataques temporales de consciencia, en los que agracecemos la adversidad que atraemos a nuestra vida, entendiendo que es necesaria para nuestro desarrollo espiritual.
- Mayor habilidad para cultivar la riqueza espiritual, apreciando las pequeñas grandes cosas de la vida que siempre están a nuestro alcance.
- Incapacidad para hacer depender nuestra felicidad de la satisfacción de nuestros deseos.
- Frecuentes epispodios en los que sonreímos con complicidad a la vida, incluyendo el aprendizaje derivado de las experiencias complicadas que nos está tocando vivir.
Texto e imagen: www.borjavilaseca.com
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